En estos últimos veinticinco años hemos vivido de todo, pero sin duda, los últimos tiempos han marcado la diferencia con una pandemia como elemento estrella. ¿Qué nos deparará el futuro si el 2025 ya ha hecho una entrada triunfal con la muerte de un Papa y un apagón eléctrico a nivel peninsular? Miedito me da pensarlo.
Hagamos un repaso de los hitos más destacables de este cuarto de siglo que nos ha regalado ¡DE TODO!

Hace veinticinco años, yo tenía exactamente veintiún años, y no imaginaba ni por asomo que iba a vivir en esos veinticinco años más acontecimientos históricos que en toda mi vida anterior. Los que seáis de mi quinta o más mayores estaréis de acuerdo, ¿o no?
Sin embargo, los niños que como mi hija (en mayo cumple nueve años) no han sobrepasado la década, tienen más experiencias a sus espaldas que todos los adultos juntos. Digamos que la última década, sobre todo, ha sido más que movidita.
Y es que no es para menos porque si echamos la vista atrás, tenemos para escribir unos cuantos libros.
Repasemos:
En 2001 ocurría un hecho que hacía temblar al mundo entero. Recuerdo perfectamente que yo acababa de llegar de la universidad y no había nadie en casa, mi madre estaba trabajando y mis hermanas en clase, eran aproximadamente las tres de la tarde. Como todos los días, cuando llegaba ponía a calentar algo de comida y encendía la tele del comedor. Ese día en concreto, cuando le di al mando, estaba antena 3 y Matías Prats daba la última hora sobre un suceso que acababa de ocurrir en Nueva York, ¿os suena?
Efectivamente, el caos reinaba, nadie sabía lo que había ocurrido exactamente, pero la realidad es que un avión había impactado contra una de las torres gemelas. Había mucho desconcierto.
La noticia captó toda mi atención y me quedé plantada de pie, delante de la tele, sin moverme. Menuda se había liado en Nueva York. Pero lo que nadie esperaba, ni por asomo, era que, en pleno directo, con Prats alucinando por un tubo, otro avión atravesara la segunda torre. Oh, oh… eso ya no era coincidencia ni un accidente y supongo, que cómo a mí, a todos los que presenciaron tremendo atentando, el corazón en ese momento se les salía del pecho sin dar crédito a la realidad que estaban viviendo.
Casi tres mil víctimas mortales.
Ese acontecimiento, sin duda, fue el pistoletazo de salida para el comienzo de dos guerras que marcarían los próximos años: las guerras de Afganistán e Irak. Fueron a darles donde más les dolía, pero ni por esas consiguieron achicarles, ni siquiera la muerte de Bin Laden, en 2011, conseguiría poner fin al terrorismo Yihadista.
2002 marcó un antes y un después en Europa, dónde se hacía realidad el “sueño” de una moneda única, aunque no todos los países europeos lo vieron claro. Hoy en día son veinte países los que utilizan esta divisa, pero su viabilidad se vio en entredicho en 2008 y 2015 por las crisis económicas sufridas. Mi pobre abuelo no llegó a verlo y para los que si vimos el cambio de moneda, fue chocante (cuanto menos) pasar de las pesetas a los euros. Ya lo decían las abuelas: el cambio no estaba claro, para ellas, que salíamos perdiendo. La realidad es que, aunque el coste de la vida ha crecido inevitablemente (es normal), en ese momento el cambio de moneda, supuso un incremento de los costes a todos los niveles. Lo que antes eran 100 pesetas, ahora era 1 euro (166,386 pesetas). Hombre, muy desencaminadas las abuelas, no iban…
Otro de los grandes hitos de estos últimos veinticinco años (positivos) fue terminar el proyecto del Genoma Humano en el año 2003. Gracias a este gran proyecto, hoy en día, podemos beneficiarnos de que los científicos puedan desarrollar técnicas para editar y silenciar o activar genes en beneficio de la salud.
En 2004, concretamente el 11 de marzo, España se despertó consternada. Habían atentado contra cuatro trenes de cercanías de Madrid y las imágenes eran aterradoras. Una vez más, el terrorismo Yihadista azotaba al mundo, pero esta vez, nos tocaba de cerca. Muy cerca.
193 víctimas mortales.
En 2007, Mr. Jobs hace partícipe al mundo del primer IPhone. Ya lo decía mi marido… este tío era un visionario, porque mirad hasta dónde ha llegado, incluso estando muerto. Ese mismo año nacían también el sistema operativo Android y el Kindle. Toda una revolución tecnológica que nos cambiaría la vida y nos sumergiría en la era de los Smartphones. Y pensar que yo tuve mi primer móvil (un Panasonic que parecía un ladrillo y que únicamente llamaba o mandaba mensajes de texto) con veinte años y porque lo compramos cuando ingresaron a mi abuelo para estar comunicados. ¿Quién iba a pensar que hoy en día recordarías dónde has aparcado gracias a Siri o llegarías a los sitios con la ayuda de Google Maps? Desde luego yo, hablo de mí, no lo hubiera imaginado nunca. Sonaba un poco a vivir en la Luna o Marte. ¿Y qué me decís del hecho de que se empezara a poder hacer fotos con los móviles? Yo me fui al viaje de fin de curso, tanto del colegio como del instituto, con una cámara y un carrete de treinta y seis fotos, rezando para que salieran bien y no se velara ninguna. ¡Qué cosas! Ahora tengo fotos (porque yo soy de hacer fotos como si no hubiera un mañana) de toda la vida de mi hija, en la nube.
La nube.
Flipante.
Una nube donde guardas cosas pero que no se toca ni se ve.
Ahí lo dejo. ¿Os imagináis a nuestros abuelos intentando entenderlo? Pobrecicos míos, hubieran pensado que estamos todos de atar.
Pero así es la tecnología.
Y llegó 2010 y con él la Primavera Árabe. Los jóvenes querían un cambio y lo que empezó siendo una reivindicación de “Paz, libertad y justicia social” terminó por desencadenar otra guerra, esta vez la de Siria.
Todos hemos visto el telediario durante estos años.
Todos hemos sido testigos de la crueldad de la guerra sea donde sea.
No ha servido para nada. La mayoría de países volvieron a regímenes dictatoriales y a la represión inicial.
En 2012, vivimos uno de los hitos, a nivel espacial, que abriría la puerta a otros planetas: la llegada del “Curiosity” a Marte. Desde agosto de ese año, ha estado enviando imágenes del Planeta Rojo y hemos podido saber muchos datos curiosos de este, que hasta ese momento hubiera sido imposible conocer.
Y llega 2014 y nos da la gran sorpresa a los españoles que somos conocedores en este año de que nuestro rey, Juan Carlos I, el primer rey desde la dictadura franquista, resulta que abdica.
Ojiplática me quedé. Yo que soy carne de revista del corazón, ni me lo hubiera olido, oye.
Total, que el 19 de junio el mundo entero fue testigo de cómo Juan Carlos I daba paso a su hijo en el trono, Felipe VI.
Tengo que decir que, a mí, personalmente, me gusta mucho.
Qué monas las niñas, qué mona Letizia (admito que admiro a esta mujer profundamente), qué bonito todo.
Pues nada, otro rey más.
En 2016, Reino Unido dice que ahí nos pudramos los europeos, vamos lo que viene siendo el conocido “Brexit”. Tengo que decir que ese año, a excepción del nacimiento de mi hija, yo lo hubiese borrado de mi vida, por razones que todos los que han leído mi libro sabrán.
En 2018, la banda terrorista ETA que ha condicionado y aterrorizado la vida de los españoles durante décadas, se disuelve. Bien por ellos, pero podrían haberlo hecho un pelín antes y no haberse cargado a tanta gente. Digo yo: ¿Que habrá maneras de conseguir lo que uno reivindica sin tener que asesinar o mutilar a nadie? Pues eso… yo tuve dos casos cercanos: el tío de una de las mejores amigas de mi madre, Manuel Broseta, y uno de los amigos de mis padres, Ernest Lluch.
Y llegó el temido 2020.
La madre de todos los corderos.
¿Quién nos iba a decir cuando empezó el año que viviríamos encerrados (literalmente) meses? El mundo se paralizó, literalmente. Desde la llamada “gripe española” no se había vivido una pandemia igual y a la de ahora le teníamos que sumar que la movilidad entre países era infinitamente superior a la de 1918 y, por lo tanto, el contagio era mucho más rápido y global.
Recuerdo perfectamente que mi hija había comenzado primero de infantil en septiembre de 2019. Pasó el periodo de adaptación y cuando la pobre, se había acostumbrado a separarse de mí, la confinan en casa. No hemos tenido festivales de fin de curso en todo infantil, o por lo menos no como antes, no han podido disfrutar de sus papás en clase, de la vida normal, vamos. Un desastre.
Además, en mi caso, me dieron el piso nuevo el 14 de febrero de 2020. Hice la mudanza desde casa de mi madre el 8 de marzo de 2020 y nos confinaron el 14. No tenía comida, no tenía nada… mi madre había llegado de Escocia, de visitar a mi hermana que vive allí, el día 13 y tenía que guardar cuarentena dos semanas porque había subido a un avión. Fue traumático, lo miremos por dónde lo miremos. Cuando pasó la cuarentena de mi madre, con todo el dolor de mi corazón porque acababa de estrenar mi casa nueva, cogí a mi hija, la maleta y volví a su casa. Mejor pasar lo que estaba pasando juntas.
Ese año nos quedamos sin fallas, sin vacaciones, sin cumpleaños… pero podría haber sido mucho peor si las farmacéuticas no hubieran puesto el acelerador en marcha para encontrar una vacuna que nos permitiera seguir viviendo. Porque hubo muchos muertos. Demasiados.
Cuando parecía que todo se iba normalizando, llega 2022 y Rusia invade Ucrania. Otra guerra más de la que preocuparse por las implicaciones no sólo geopolíticas si no económicas para el resto de Europa.
En 2023 el mundo conoce una nueva tecnología llamada IA. Los escépticos dicen que acabará dominando el mundo. Yo, ya no sé qué pensar…
Y 2024, como valenciana, fue terrible. Lo que vivimos el 29 de octubre con la DANA, no se había vivido jamás.
Cuando recuerdo ese día, y pienso en que mi madre me llamó, sobre las cinco y algo de la tarde, y me dijo que nos fuéramos a casa directas desde el colegio y no fuéramos a la academia de inglés, no puedo evitar traer a mi memoria a toda esa gente que como yo pensó que tampoco era para tanto. Que seguramente mi madre exageraba y era una tormenta más. Y siguieron haciendo su vida normal porque ningún organismo oficial dijo lo contrario.
Cuando sonó el mensaje del 112 a las 20:11, ya no me pareció que mi madre exagerara y me asusté. Me asusté mucho. Tanto mi madre como yo, vivimos muy cerca del cauce nuevo del Río Turia, justo el que impidió que el agua pasara a nuestro lado. Por eso nos salvamos.
Por la noche, mientras abrazaba a mi hija en la cama y veía las tremendas noticias que iban surgiendo en los diferentes informativos, recordaba cuando mis abuelos contaban lo que habían vivido en la riada de 1957. Incluso le dije a mi hija que esa riada había sido mucho peor que lo que estaba pasando, que el yayo Pepín tuvo que sacar a hombros a la bisabuela de casa porque el agua le llegaba por el pecho.
Y cuando te despiertas al día siguiente y ves que se han caído puentes, inundado pueblos enteros, gente encaramada encima de coches, árboles o cualquier cosa que pudiera evitar que se ahogaran y les salvara la vida, muertos, los coches apilados, los garajes inundados, las casas anegadas de agua… tengo que confesar que para mí fue un shock tremendo y que era incapaz de despegar la mirada de la televisión. Obviamente, esta riada superó con creces a la del 57. Superó todo lo vivido anteriormente. Fue una tragedia que podía haberse evitado.
Lo siento, pero me toca muy de cerca.
Y ya llegamos a 2025, que empieza fuertecito… cuatro meses llevamos y ya se nos ha muerto un Papa y hemos vivido algo sin precedentes: un apagón eléctrico a nivel peninsular (España y Portugal) y parte de Francia.
Lo del Papa era previsible… 88 años el pobre y más teclas que un piano. Lo que no me esperaba era que falleciera en lunes de Pascua. Muy católico todo, la verdad. Les ha salido redondo. Ahora a ver que Papa sale en el cónclave que ya sabéis que hay mucha teoría conspiratoria en torno a eso y al fin del mundo.
Pero lo del apagón… ¡vamos! ¡Ni imaginármelo! Yo tan tranquila en mi casa… viendo la tele porque mi hija se había quedado con su abuela a dormir y hacer noche de chicas y ¡catapum! La tele se apaga.
Che que mala suerte… se ha ido la luz. ¿Será sólo en mi casa? Abro la puerta de la casa para ver si se cuece algo en el rellano porque, ya sabéis que cuando ocurren estas cosas, pues somos muy de rellano en España, pero nada. Ni un alma. Eso sí, las luces de emergencia encendidas… qué mal rollo…
Cojo el móvil para preguntar por el grupo de WhatsApp de la finca, a ver si saben algo porque siempre hay alguno que se entera de todo, y no hay movimiento. Qué raro.
Claro, ¿qué movimiento iba a haber si no había cobertura? Uy que mal rollo… no hay luz, no hay cobertura… ¿Putin? ¡Va! ¡Lo pensasteis todos! Yo me lo imaginaba desconectando el enchufe, como en el meme.
Me empiezan a entrar mensajes en el grupo de la finca. ¡Hostias! ¿Cómo que apagón a nivel mundial? Tengo que admitir que ahí, en ese momento, ya me puse nerviosita, así que, cogí a mi Bimba (mi perra) y conseguí hablar con mi madre para decirle que ni se movieran que esto me olía fatal. Porque sí, porque soy un poquito tremendista y yo ya me imaginaba a Putin atacándonos cuando se nos acabaran las baterías de los móviles con misiles, una llamarada de sol gigante que nos dejaba incomunicados de por vida o los extraterrestres riéndose de nosotros por frikis y panolis desde su nave espacial. Todo eso junto y al mismo tiempo (ja, ja, ja).
Como no podía sacar el coche del garaje pues allá que me fui andando con mi Bimba a casa de la “mamma” porque si había un apocalipsis zombi o el mundo se acababa, yo quería hacerlo en familia. Que no se diga.
Total, que no sabemos todavía el por qué del apagón, pero los extraterrestres no han aparecido y Putin tampoco. Me quedo un poco más tranquila, oye.
Lo único que sí que me supo mal del todo es que teníamos la comida de cumple de mi sobrinita y no pudimos ir. No podía haberse ido la electricidad un martes en horario lectivo no… justo el día festivo en Valencia.
En fin, con todo esto a nuestras espaldas, estamos todos como para ir al psiquiatra. Los niños llevan una de acontecimientos, que los pobres a los 20 ya lo habrán vivido todo.
Yo sólo le pido al Universo que nos de un poquito de tregua, unos años tranquilitos… ¿Estoy pidiendo tanto?
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